27º Domingo del tiempo ordinario
05.10.08
Lecturas
Is. 5, 1 – 7
Sal. 79
Flp. 4, 6 – 9
Mt. 21, 33 – 46
Hoy nos reunimos ante
Isaías nos hace retomar el tema de la imagen de la viña para hablar de la relación de Dios con el pueblo de Israel; la viña del Señor, la que Él ha plantado con cuidado, cariño, preocupándose de que tenga buena tierra, sin piedras, de cepas escogidas… pero a pesar de todo el cuidado y atención, no produce los frutos esperados… solo da frutas agrias: el Señor se pregunta ¿Qué mas se podía hacer por mi viña que yo no haya hecho?... Por ello, la sentencia es fuerte: derribaré su cerco para que sea pisoteada, no será podada ni caerá agua sobre ella…
Pablo en la carta a los Filipenses, invita a la comunidad a no estar angustiados y abandonarse a la oración y acción de gracias en todo momento para alcanzar la paz de Dios que supera todo lo imaginable. Además, nos invita a tener sentimientos nobles, verdaderos, justos, puros, amables y dignos de honra… Hacer notar que la paz aparece mencionada dos veces, lo que demuestra que ese era el deseo de Pablo para esa comunidad, convulsionada talvez por problemas internos.
El Jesús que nos muestra Mateo no se cansa de hablarnos del trabajo en la viña del Señor; hoy, una nueva parábola – que en contenido del mensaje se parece mucho al texto de Isaías – nuevamente nos pone en alerta respecto del tema: hablando a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo les habla sobre el cuidado de una viña en donde los trabajadores no hacen bien su trabajo, y terminan matando a los enviados del señor del viñedo, incluyendo a su propio hijo… la crítica va dirigida a los dirigentes de Israel, que no han sabido administrar convenientemente esa viña confiada a Dios – el pueblo de Dios – haciendo que peligre la permanencia al cuidado de ella para ser entregada a otros trabajadores más fieles. Claramente nos habla el texto sobre la fidelidad y la administración de las cosas de Dios, sabiendo que solo somos servidores, no los dueños de ella.
Idea para rezar:
- Dar frutos: Es lo más lógico que se deduce al leer las quejas de Dios en las lecturas proclamadas… ¿porqué si Dios lo ha hecho todo bien nosotros no hemos podido estar a esa altura? La respuesta puede estar plagada de excusas: que no sabemos bien, que no conocemos a Dios, que nos preocupamos por otras cosas… en fin… ¿Qué frutos doy hoy?, ¿amargos, dulces? Pablo nos da varios ejemplos en la oración que nos propone.
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